Las familias valoran mucho el trabajo de la promotora y el trato que se les da. Digamos que esto es uno de los servicios que distinguen a las academias de Oak International de muchas otras academias similares. Las academias son un servicio "premium" y por tanto el trabajo de las promotoras debe de ser "premium" también.
El cliente da por hecho que es nuestra obligación: saber, aconsejar correctamente, anticiparse a los problemas, saber el porqué de las reglas, no equivocarse a la hora de hablar de cosas importantes y muchas cualidades más.
Lo bien o mal que se trata a un cliente no es algo que pasa desapercibido. Si se pretende tener una amplia cartera de clientes, es necesario ofrecer un servicio de primera. Algo que le dé un valor agregado a nuestro cliente. Y la manera de ganar una recomendación es dar este valor agregado.
A continuación se presentan algunas características que se esperan de la promotora Oak.
La prudencia está muy ligada a la sabiduría y busca el obrar en el momento y de la manera correcta. El diccionario dice que prudencia es obrar con moderación. El imprudente "quema" a sus clientes. El prudente ofrece confianza, contesta las preguntas de manera clara, solo llama cuando es necesario y contesta las llamadas con respuestas breves que no entretengan al cliente por más tiempo del que sea necesario. Por supuesto, siempre de manera educada, y ofreciendo el tiempo para continuar la conversación cuando se requiere. La promotora prudente no atosiga con llamadas, no es canal o puente de chismes, es profesional, enfocada y amable.
El modo prudente de atender al cliente está, sobre todo, en la capacidad de escuchar. Hay una diferencia enorme entre oír y escuchar. El que escucha, sabe ver los mensajes que hay detrás de las expresiones, sabe visualizar en qué comentarios las personas ponen más énfasis.
La prudencia, no debe entenderse tampoco como el hecho de no tocar los temas sobre los que el cliente no me pregunta. Esos temas deben platicarse de una manera profesional y breve porque eso evitará problemas posteriores. El prudente los toca aun cuando el cliente no aparenta tener dudas. La promotora que sabe usar la prudencia como su aliada usualmente obtiene con éxito lo que se propone.
El promotor sabio determina su acción partiendo de la observación. El promotor sabio es consciente de que para ganar un cliente no hace falta "hartarlo", incluso de aquello que le gusta. El sabio es como el médico que sabe qué prescribir o recetar al enfermo.
Hay clientes muy nerviosos y aprehensivos, algunos de estos clientes requieren que no les sigas el “Juego” para minimizar sus preocupaciones. Otros que son inseguros, necesitan afirmaciones contundentes como "Señor, no pasa esto". Para otros la preocupación se elimina cuando les explicas los procedimientos y criterios que la academia emplea para evitar aquello que le preocupa.
La humildad es la verdad. Esta virtud cristiana debe entenderse como aquel que sabe la verdad, su verdad como creatura totalmente dependiente de Dios.
La promotora Oak, por su humildad, reconoce que puede fallar. La virtud no está en no fallar puesto que todos fallamos, el verdadero mérito está en levantarse de cada caída y no hay modo de levantarse si no se reconoce el error.
El promotor Oak pide consejo a otros. Informa de sus actividades para que su responsable de zona supervise su trabajo y no por ello se siente fiscalizado o vigilado. No le importa que no se acepten sus ideas, cuando reconoce que las ideas de otros son objetivamente mejores. Sabe apreciar la ayuda de los demás y no se molesta al recibir apoyo. La promotora Oak se alegra sinceramente por el reconocimiento que se hace a otros y no busca justificaciones ni atenuantes al éxito de otros.
No es un caso general, pero a veces los clientes no siempre valoran todo el trabajo que hay detrás de la labor promocional, por lo que se puede percibir cierta ingratitud. Es entonces cuando ayuda enormemente ser humilde.
Todos agradecemos un buen trato por parte de los demás. Es importante que, en la medida de lo posible, la promotora tenga detalles que sus clientes agradezcan: preguntar cómo están sus hijos, dar una buena noticia a los papás, estar en la salida o llegada de los vuelos en grupo. Ofrecer algún tipo de despedida o bienvenida. Organizar una misa en estas ocasiones es un detalle que nuestros clientes valoran mucho.
Cuando existe un buen trato, se borra la imagen de la vendedora y entra la imagen de la amiga de la familia. Pero tampoco hay que caer en el exceso. ¡Mucho cuidado con atosigar a los clientes!
El cultivo de clientes es en el fondo, una mina de oro, quien sabe manejar su relación con sus clientes, tiene asegurado un buen número de recomendaciones y por tanto, más clientes. Tu imagen en la mente de tus clientes viene de su juicio sobre tu actuar. Pregúntate: ¿Cómo me mira mi cliente?
Recuerda que una cosa es la imagen que tú pretendes proyectar y otra es la que el cliente se hace. Pedir ayuda en este aspecto al responsable de zona es una buena práctica para mejorar. Muchas veces el promotor cree que es lo máximo porque tiene muchos clientes. Pero no piensa que él o ella es la única promotora y al cliente no le queda otra más que soportarle. Por lo tanto, no creas que tener muchos clientes es un indicativo de que los manejas bien. Si realmente quieres mejorar debes estar positivamente abierto a la crítica.
Un buen ejercicio es que tu responsable de zona te acompaña a una entrevista y te de su retroalimentación honesta, identificando tus fortalezas y áreas de oportunidad. También puedes pedir acompañar a otra promotora para aprender qué es lo que ella hacer y replicar las buenas practicas observadas.